viernes

Ruido

El silencio, tan amado
El silencio, tan preciado
Lo deseo en mi cuerpo, yo
Lo extraño en mi alma, yo
Mi cabeza lo pide, implora
Su presencia me apacigua
Pero hay ruido, demasiado
horroroso, fastidiado, estúpido
¿Ruido, por que me odias tanto?
¿Qué he hecho para merecerte?

Mis manos callan con nervios
Mis ojos enrojecen de odio
Un corazón late sin detener
Una boca tiembla sin vacilar

Lárgate a la luna, a otra casa
y deja esta alma vacía
en silencio, un grandioso silencio

Moscas

Los inmortales tienen miedo de una mosca: pequeña, oscura, menuda y tierna mosca. La mosca es libre, vuela por los cielos o por cuevas, devora sangre humana y demás basura por igual.
Mientras vuela. Piensa en aquellos inmortales, voces que escucha por aquí y por allá, susurros parecidos al viento azotando los árboles. Desde hace mucho tiempo la mosca no ha visto más que las lágrimas de las curiosas personas. Sabe que le tienen miedo, que les asusta ver tanta libertad y desinterés en tan insignificante ser y la verdad es que no le importa a la mosca lo que piensen de ella.
Ahora mismo, la mosca esta en un muelle. Es de noche y llueve ligeramente, espera un cargamento de camarones del norte de Europa, a escuchado que son únicos en sabor y piensa que le encantaran a sus próximos hijos. Han pasado largas horas y el tesoro aún nórdico no llegaba y la mosca se impacienta para dejar su herencia en tan preciado manjar.
Un lamento largo y sonoro retumba en la bodega donde espera la mosca. Son ellos, al menos uno de ellos. “Ha llegado” piensa e inmediatamente sale volando con dirección al muelle, donde ve que en la niebla se proyecta la sombra de un inmortal: enorme, duro y fuerte, con un brazo del que cuelga un enorme y resistente cabello. La mosca lo contempla con curiosidad, hacía mucho tiempo que no veía a uno de ellos, no lo envidiaba y sabía que él si a ella, por eso se lamentaba al verla llegar.
Un contenedor cuelga de su largo cabello, con movimientos largos y lentos, el inmortal transporta del vientre de otro inmortal al muelle el esperado tesoro de la mosca.
El olor del manjar despierta ánimos salvajes en el interior de la mosca quien sin pensarlo vuela sin detenerse al contenedor, busca con locura alguna grieta en el cascaron de acero. Al encontrarla se sumerge inmediatamente en los animales muertos.
De fuera, el inmortal del enorme vientre comienza a escupir fuego, una de estas lágrimas alcanza al poderoso brazo, para salvarse deja caer el contenedor al oscuro mar. Lentamente se sumerge y dentro, la mosca se regocija en la muerte ajena. El cielo a decidido con colar al enorme y le regala sus propias lágrimas frías que se funden con su tristeza y miedo.
El enorme deja de llorar y al poderoso brazo le crece un nuevo cabello. Ambos son felices por que la mosca ya no es libre y seguramente esta muerta. Sin embargo, en el fondo del escuro mar. La mosca esta teniendo hijos y devorándoos camarones, por que su libertad es esa, la libertad de hacer lo que quisiera, aunque eso se tratara de morir en el mar.

domingo

Maldita Civilización

Bendito el pueblo que no conoce la civilización
Bendito sea aquel niño que no llora por un dios
Bendita la selva virgen que protege a sus hijos
Bendito el cielo donde aún brillan las Pléyades

¿Dónde ha quedado vuestra blanca virginidad?
Esta manchada por sangre de los dioses caídos
Su esencia putrefacta, alma de pueblo perdido
que olvida sus pues, sus raíces de un sol extinto

¡ay! Mi hermano, somos vivos en un campo muerto
Visionarios en mundo sin luz, gobernado por ciegos
Heridos de la cabeza y mutilados del corazón somos

¡ay! Hermano mío, somos tontos en un mundo culto
Cavernícolas en mar de arte y de teología santificada
Somos hermanos, aún vivimos, respiramos y amamos
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